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SAÚL NOÉ MARTÍNEZ ORTEGA

 

Nogales, 1971-Agua Prieta, 2007
Secuestrado y asesinado a golpes
Ningún detenido.

POR DIYETH AROCHI

En la oscuridad de la medianoche y frente a la entrada de las instalaciones de la Comisaría de Seguridad Pública de Agua Prieta, el periodista Saúl Noé Martínez Ortega fue secuestrado por un grupo armado que lo perseguía ese lunes 16 de abril de 2007. Ahí llegó intentando resguardarse de sus atacantes; golpeó la puerta de cristal, pero nadie le abrió. Su camioneta quedó abandonada frente a la entrada.

Una semana después, el lunes 23 de abril, su cuerpo fue encontrado al fondo de un barranco por unos viajeros que se detuvieron a tomar un descanso en el kilómetro 77 de la carretera que conecta a Agua Prieta con Janos, un municipio del vecino estado de Chihuahua. Pudieron identificarlo, según publicó el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ, por sus siglas en inglés) por un diente de plata y un tatuaje en el hombro izquierdo.

El reportero de las publicaciones El Interdiario, Escorpión y El Centenario de Agua Prieta había sido golpeado y su muerte se debió a un traumatismo craneoencefálico, según la Procuraduría General de Justicia del Estado de Chihuahua, que se encargó de las primeras averiguaciones debido a que el cadáver fue encontrado a 600 metros de la frontera con Sonora.

Una de las líneas de investigación es que su muerte pudo deberse a un caso que reporteaba para la fuente policiaca. El hermano del periodista, Erick Martínez Ortega, dice que las últimas pesquisas que realizó fueron sobre la desaparición de un hombre llamado Juan Carlos Sánchez, apodado el Tico. Un amigo que trabajaba como informante de la policía municipal, según el CPJ.

Fue avisado el 29 de marzo por una mujer identificada como Rosalía Barba: “Oye, secuestraron a mi esposo”, le dijo. “Se lo llevaron, no sabemos quién, dicen que federales, necesito que me ayudes”, por lo que Saúl Noé empezó a indagar el asunto.

Erick recuerda que, la última vez que lo vio, le contó entusiasmado de sus hallazgos sobre el secuestro de Sánchez: “Ya traía datos de que no se lo habían llevado los policías, sino el crimen organizado porque traía una deuda pendiente”.

Después de encontrarse con su hermano Erick, el reportero fue a la casa de su colega Jesús Zúñiga Cásarez, entre las 22:30 y las 23:00 horas. Quizá fue la última persona que lo vio con vida antes de ser raptado por hombres armados.

Zúñiga Cásarez recuerda que lo vio tranquilo y tuvieron una plática breve: “Sí, hablamos acerca de la desaparición de un sujeto que él andaba averiguando, le andaba ayudando a la esposa del muchacho este que desapareció”.

El reportero de 36 años es descrito por amigos como de 1.70 metros de estatura, de tez morena, cabello lacio, complexión robusta y ojos “vivarachos”. Era originario de Nogales, otra ciudad fronteriza de Sonora que se ubica a unas tres horas de distancia de Agua Prieta.

Saúl Noé estudió hasta la secundaria, después continuó su formación con una carrera técnica en herrería en un CECAP (Centro de Capacitación Profesional) y cursó un diplomado en periodismo en el Instituto Tecnológico de Agua Prieta. Más adelante fue policía de la extinta Policía Judicial Federal, cuenta su hermano, y finalmente trabajó en los medios de comunicación.

Su primer puesto en la prensa fue en 1999, como reportero gráfico en la publicación Perfil Fronterizo, donde aprendió a redactar notas. Posteriormente colaboró en el diario Al Día.

De acuerdo con información de la Asociación Regional de Periodistas de Agua Prieta (Arpac), Saúl Noé comenzó a trabajar en la fuente policiaca en septiembre de 2000, cuando su hermano Erick y su padre, Lorenzo Martínez Guevara, fundaron El Centenario de Agua Prieta.

Tres años después, su padre creó el diario Escorpión, y Saúl Noé se fue a reportear a su lado, por lo que comenzó a ser conocido, según sus colegas, con el apodo de Escorpión. En 2006, ambos medios se unieron en un nuevo proyecto, El Interdiario, que permanecería año y medio, en donde trabajaba el periodista cuando fue asesinado.

“Él siempre andaba atrás de las patrullas, en los accidentes, en las detenciones, en las dependencias policiacas, cuidando toda la información que se generaba”, recuerda Erick.

A Saúl Noé, dice, le gustaba escribir: “A él lo podías encontrar en la computadora haciendo notas todo el día, le encantaba, no se enfadaba”.

Su colega en El Centenario y en Escorpión, Roberto Quintero Méndez, cuenta que el periodista se limitaba a cubrir los hechos policiacos y no profundizaba en las investigaciones, lo que llegaba a perjudicarlo: “A veces por no verificar notas, por no investigar un poco más, por confiar en sus fuentes desmedidamente, se metía en problemas”.

Así lo describe: “Era muy malhablado, muy llevado con todo mundo, pero buena gente”. Refiere también que “era muy buen padre, a pesar de todos los errores que pudiera tener como persona”. En su tiempo libre se dedicaba al cuidado de sus animales: alguna vez tuvo un búho, un águila —cuando era permitido—, caballos y gallos.

Quintero Méndez asegura que cuando trabajaban juntos llegaron a sufrir intimidaciones: “Tenían un estilo fuerte de señalar fallas, errores, y sí, yo al igual que a él (Saúl Noé), nos amenazaron de muerte”.

El año 2007 fue especialmente difícil para los periodistas en Agua Prieta, ya que constantemente recibían amenazas e incluso Erick refiere que llegó a ser golpeado. “Desde que nosotros empezamos con el periódico empezamos con una política muy fuerte, con una línea muy fuerte, crítica. Era tiro por viaje, nos golpeaban, nos quemaban carros”, asegura.

Normalmente, Saúl Noé no convivía con sus compañeros. Era reservado, pero un mes antes de su homicidio tuvo un cambio en su comportamiento. Sus amigos dicen que se volvió más amable y sociable pero no supieron la razón.

Su asesinato no frenó las publicaciones. Tres veces por semana, rigurosamente, El Interdiario salía a la venta. Tras su cierre, Erick decidió en 2014 eliminar la sección policiaca de El Centenario, lo mismo que su hermano Édgar, quien fundó Cuarto Poder en 2008.

“Nosotros subimos nota policiaca, pero cuando es verdaderamente interesante, que no puedes negarte a publicarla, sino mejor la evitamos”, detalla Erick.

De los cuatro hijos que tuvo Saúl Noé, ninguno eligió el camino del periodismo y se han mantenido al margen de las empresas familiares.

Una semana después del asesinato del periodista, el entonces procurador del estado de Sonora, Abel Murrieta, aseguró que “lamentablemente” había elementos que lo ligaban con el crimen organizado. Según la Arpac, un año después del homicidio, las investigaciones apuntaron a la viuda de Saúl Noé, quien habría buscado con su muerte cobrar “seguros de vida millonarios”, pero tampoco esa acusación prosperó.

El expediente de Saúl Noé, con el número 159/07 AP, continúa abierto. Durante los últimos cuatro años, afirma Erick, la actual Fiscalía General de Justicia del Estado no les ha proporcionado nueva información sobre el caso. El asesinato permanece impune, sin detenidos.

 

 

 

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