Veracruz, 1959-Yanga, 2017
Asesinado con arma de fuego.
Un detenido.
Por: NORA GABRIELA LIRA
Un día de 1984, Ricardo Arturo Monluí Cabrera tuvo enfrente al pistolero Toribio Gargallo Peralta, también conocido como el Toro y Juan Zavaleta, a quien se le atribuía la muerte de un centenar de personas.
Para conseguir el encuentro se dejó llevar por unos hombres que lo abordaron en un café y le pidieron que los acompañara a entrevistar a “una persona”, cuenta su hermano Víctor Monluí, el único familiar que aceptó conversar sobre el periodista.
Ricardo fue conducido a un auto; antes de partir, le vendaron los ojos. “Sintió que lo llevaban por un camino pavimentado, luego por terracería. Claro que tenía miedo porque no sabía a dónde iban. Al llegar a su destino pudo ver que estaba con Toribio Gargallo, quien le dijo que conocía su trabajo, que lo consideraba un periodista serio y que quería darle una entrevista”. Fue la única que concedió antes de su asesinato en 1991.
Ricardo se interesó en el periodismo por un amigo que escribía para un periódico de Córdoba. Comenzó a estudiar la carrera de ingeniero agrónomo, que abandonó después de casarse. A los 17 años empezó a colaborar en El Mundo de Córdoba y desde entonces no paró de aprender, afirma Víctor.
En el diario trabajó en la sección de deportes y luego en información general, era el año de 1979, recuerda Antonio Vargas, periodista y amigo de juventud de Ricardo.
“Como tenía una voz muy bonita y contaba con licencia de locutor, trabajó en una estación de radio de Matehuala, en San Luis Potosí”. Luego volvió a Veracruz y fue corresponsal de Televisa en el estado.
Se desempeñó también como jefe de prensa en la Unión Nacional de Productores de Caña de Azúcar de la Confederación Nacional Campesina y en la Unión Agrícola Regional de Productores de Caña de Azúcar del ingenio de Cuatotolapan.
Las entrevistas que hizo a líderes cañeros como Isidro Pulido, Daniel Pérez Valdés y Ángel Gómez Tapia le dieron acceso a estos cargos. Este sueldo le permitía completar la paga de alrededor de 6 mil pesos mensuales que recibía como reportero, precisa su hermano.
Ricardo, quien se especializó en temas de política y de la industria azucarera, fundó la revista Opinión en 1990, y en 1998 el diario El Político de Xalapa, posteriormente convertido en portal, del que era director; durante 30 años publicó su columna Crisol en medios como El Sol de Córdoba y El Diario de Xalapa. Era fundador y presidente de la Asociación de Periodistas y Reporteros Gráficos de Córdoba y la Región, A. C., y colaborador de la revista Análisis Político.
“Su pasión era el periodismo”, asegura Víctor. “A las 4 o 5 de la mañana comenzaba a escribir, a las 7 se bañaba y salía a conseguir la información hasta las 3 o 4 de la tarde, para regresar a escribir nuevamente y mandar su columna”.
“Ricardo era muy activo. Siempre decía que el periodista que no se renueva, que no está al día, se queda estancado. Y ponía el ejemplo, pues era muy exigente en sus trabajos”, señala Vargas.
Ricardo y su esposa, Rosalba Ruiz, eran padres de tres hijos. En su columna Crisol, el periodista dio a conocer algunos de los muestreos sobre candidatos políticos que realizaba la empresa local Servicios Profesionales de Información, Análisis y Encuestas Opinión, de la que Ruiz era gerente.
Víctor define a su hermano como un hombre trabajador y cuidadoso. “No escribía notas relacionadas con el crimen organizado, se abocaba a lo político y a los derechos humanos; se sentía confiado, entraba y salía sin ninguna preocupación”.
El día que lo asesinaron, el 19 de marzo de 2017, había ido con su esposa y uno de sus hijos a Yanga, donde acostumbraba desayunar los domingos. Salieron del restaurante y, cuando se disponía a subir al automóvil, un hombre se le acercó por detrás y le disparó en la cabeza y en un hombro.
“Mi sobrino, nervioso, corrió tras el asesino, sin pensar siquiera que estaba armado y él no”, cuenta Víctor.
Seis meses después del crimen, en septiembre, fue detenido Ángel Rojas Benítez, la Paloma, señalado como el asesino material de Ricardo. Se desconoce la identidad del autor intelectual. La investigación sigue abierta en la Fiscalía Especial para la Atención de Delitos cometidos contra la Libertad de Expresión (FEADLE).
“Saber quién estuvo detrás de esto no nos los va a regresar, nos queda bien claro, pero pedimos justicia”, reclama su hermano.
Reporteros, funcionarios y familiares acudieron al funeral de Ricardo. Nadie del sector cañero asistió, aunque todavía era vocero del ingenio Providencia.
De acuerdo con fuentes de la Fiscalía General del Estado de Veracruz, el 28 de septiembre de 2017 se dictó el auto de vinculación a proceso a la Paloma, actualmente preso en un Cefereso de Hermosillo, donde fue trasladado tras participar en un motín en el Cereso de Amatlán de los Reyes el 31 de marzo de 2018.
“Hasta el momento no se ha celebrado la audiencia intermedia para preparación de pruebas que serán desahogadas en juicio oral”, informó la Fiscalía. El 5 de julio de 2018 hubo un intento, pero no se logró porque la autoridad no trasladó a la Paloma al Tribunal Superior de Justicia en Sonora donde se realizaría la audiencia por videoconferencia a Veracruz. El proceso penal sigue suspendido.
El asesinato de Ricardo agudizó la inseguridad que viven los periodistas en el estado, aseguran reporteros de Córdoba consultados. Intentan protegerse informando a familiares y conocidos de su ubicación y sus traslados, y evitando zonas de riesgo.