Ciudad de Veracruz, 1955-2011
Ciudad de Veracruz, 1988-2011.
Asesinados con arma de fuego.
Ningún detenido.
POR: ELSA ÁNGELES
Un muro de silencio, impunidad y miedo se alzó tras el crimen del periodista Miguel Ángel López Velasco, conocido en Veracruz como Milo Vela, asesinado en su casa junto a su esposa Agustina y su hijo menor Misael, quien trabajaba como reportero gráfico.
Tras el sepelio de su familia, su hijo mayor, Miguel Ángel, se fue a la Ciudad de México y posteriormente inició los trámites para refugiarse en Estados Unidos, un exilio forzado al que también se vio obligada Jazmín, la primogénita de Milo.
Al preguntar por las circunstancias del triple homicidio, en el ambiente se percibe el enojo ante la ineficacia de las autoridades estatales encargadas de la investigación.
“No resguardaron el lugar, no hubo reconstrucción de los hechos, ni siquiera recogieron los casquillos”, lamenta Jazmín.
También brotan recuerdos de la entrega y pasión de Milo por su trabajo, de la herencia del oficio a sus hijos, del amor a su familia, del respeto a sus lectores y de lo valiosa que fue su labor periodística de 37 años, en la que denunció la corrupción y el creciente imperio de la delincuencia organizada.
Miguel Ángel López Velasco fue el hijo mayor de Juan y Ángela, y el protector de su única hermana, Aracely. Nacido en 1955, a los 19 años ingresó al diario Notiver, el de mayor circulación en el estado. “Ahí se formó”, cuenta la periodista Sandra Segura, quien trabajó a su lado casi dos décadas y es amiga cercana de la familia.
Milo comenzó a estudiar periodismo en la Universidad Veracruzana, pero abandonó la carrera para dedicarse por completo a cubrir la fuente de seguridad pública.
“Era muy respetado entre la palomilla de ministerios públicos y policías. Se le cuadraban porque los conocía y sabía quiénes andaban medio chuecos, así que no le ocultaban información”, recuerda Segura.
Formado en la vieja escuela del periodismo de nota roja, Milo dormía con un radio de comunicación prendido para monitorear las frecuencias de la Policía. Hubo épocas en las que cargaba una pistola para sentirse protegido.
“Oía algo y se iba a reportear; en ocasiones llegaba antes que la policía, por eso era respetado”, afirma su amiga.
Para Jazmín, su papá fue un hombre correcto, detallista y trabajador, a quien nunca le oyó decir una grosería. Ella fue la primogénita y también la consentida de sus padres, presume. “Pero Misael tenía poder sobre ellos por ser el más pequeño”.
De Milo, lo primero que recuerda es que le entregaba la quincena completa a su mamá, aunque ella decía que luego le pedía más de lo que le daba. “Eso habla de la confianza y la amistad que tenían. Llevaban como 34 años de casados cuando los asesinaron”.
Segura subraya que Milo jamás escribió una nota basándose solo en un boletín informativo. “Decía que eso era para huevones, para gente que no tenía nada que hacer en el periodismo, que la nota había que buscarla en el lugar, ir a ver, preguntar, observar todo, incluso oler al muerto… Era un gran maestro. A quien le preguntaba, le enseñaba”.
Era también un hombre serio. “Parecía hosco, no era tan fácil en el trato; solo era amigable con los conocidos, pero cuando te abría su espacio, su casa, era muy generoso”.
Dentro del diario Notiver fue editor, subdirector editorial y autor de la columna de opinión Va de nuez, publicada diariamente en la página dos. “Fue la más leída del diario hasta que murió. Sacaba cosas fuertes porque sus fuentes le daban oro molido, confiaban mucho en él”, relata la periodista.
Milo abordó en su columna temas relacionados con el tráfico de drogas, la corrupción, los nexos entre policías y delincuentes, y las irregularidades en la administración del gobernador priista Javier Duarte (2010-2016). Era tan precisa la información que manejaba, dice Segura, que sus artículos parecían reportajes.
Solo en una ocasión salió del diario para colaborar en Telever, el canal de Televisa en Veracruz. Luego trabajó en el Diario de Xalapa como jefe de corresponsalías en la sección policiaca, al mismo tiempo que colaboraba en TV Azteca con reportajes. Cuatro o cinco años después regresó a Notiver, donde permaneció hasta su muerte.
En ese andar, formó a sus hijos Miguel Ángel y Misael en el periodismo. “Era muy exigente y ellos eran muy parecidos a su papá. Misa tenía una agilidad mental muy cabrona, y ambos eran perspicaces, incisivos… ¡eran la copia de su papá en chiquito!”, afirma Segura.
Miguel Ángel, el mayor, estudió comunicación y practicó el periodismo policiaco en Notiver junto a su padre. Tras el asesinato de su familia, se trasladó a Estados Unidos, donde recibió asilo político.
Misael pospuso los estudios universitarios. Nacido el 1 de septiembre de 1988, tenía 22 años cuando lo asesinaron.
Su pasión era la fotografía. Incursionó en campañas políticas y trabajó en el área de comunicación social del Ayuntamiento de Boca del Río durante la administración del panista Miguel Ángel Yunes (2008-2010). También apoyaba a Milo en la cobertura policiaca para Notiver.
La periodista Arely Cuéllar fue su compañera en el Ayuntamiento. Forjaron una amistad porque entraban muy temprano para hacer el monitoreo de notas y, como eran vecinos, Misael pasaba en su coche a recogerla. Recuerda que era dormilón, y tenía que estar pendiente para que se levantara.
Cuéllar lo describe como “bonachón, bromista, medio castrocito (latoso) pero cariñoso, te daba apapachos, besos. A mí me decía ‘Chuletona’. Entre cuates era relajiento, pero para trabajar era serio y disciplinado”.
Recuerda que Misael tuvo una novia que estudiaba medicina, con la que duró muchos años; la llamaba Angelita y quizá, dice, fue su gran amor.
“La fotografía era su pasión, su papá era su ídolo y su hermano Miguel era su carnalito. Eran muy unidos. De su mamá hablaba poco, pero decía que cocinaba muy rico”.
Jazmín recuerda que su papá tomaba mucho. “Un día me dijo: ‘¿Hay unas pastillas para que ya no pueda tomar?’. Luego tuvo un problema con la próstata y antes de la consulta mi mamá me llamó: ‘Quiero que le pidas al doctor que le diga a tu papá que si vuelve a tomar se va a morir’. ¿Y qué crees? Funcionó. Dejó de tomar”.
Entonces sus padres modificaron sus hábitos. “Empezaron a hacer ejercicio, se pusieron a dieta, se compraron una bicicleta. Mi mamá ya se había jubilado del Seguro Social y hacían todo juntos, se veían diferentes. Le dije: ‘Papá, ¡no manches!’, y él me contestó: ‘Jazmín, cuando hay fuerza de voluntad, tienes la batalla ganada’”.
Esa etapa fue importante para Milo y toda la familia, asegura. “Dejó de pensar en la cabeza que habían puesto con (un mensaje con) su nombre. Dejó de vivir con miedo. Según mi hermano Miguel, mi papá se confió demasiado”.
El 3 de mayo de 2007 fue arrojada una cabeza humana frente a la sede de Notiver con una nota que decía: “Aquí te dejamos un regalo (…) así van a rodar muchas cabezas. Milo Vela lo sabe y muchos más”.
Al periodista, a su esposa Agustina Solana y a su hijo Misael los mataron en su domicilio de la colonia Fernando López Arias, al norte de la ciudad. Los asesinatos ocurrieron alrededor de las cinco de la madrugada del lunes 20 de junio de 2011.
Tras forzar la cerradura, los asesinos les dispararon con pistolas de diferente calibre; según el parte policiaco, hallaron casquillos de una 9 milímetros, una 38 super y una 380, consigna el periodista Ricardo Ravelo en su libro Ejecuciones de periodistas: Los expedientes.
Jazmín y Miguel Ángel ya no vivían con sus padres. La hija de Milo recuerda que recibió una llamada de su tía Aracely, pero fue su hermano quien le dio la noticia.
“Mataron a mi mamá, al Gordo y a mi papá (…) Dijeron que el motivo fue el robo, pero solo se llevaron una computadora que nunca apareció”.
Jazmín asegura que ya superó el miedo. Se considera una mujer feliz, poderosa y amorosa, por lo que decidió regresar a vivir a casa de sus padres con su hija Valerie, de cinco años.
A Cuéllar le avisó del homicidio de su amigo Misael el periodista Antonio Armenta, fallecido en 2013. Cuenta que algunos colegas prefirieron no ir al velatorio, otros dijeron que Milo se había involucrado con el crimen organizado y eso provocó que, quienes fueron a matarlo, asesinaran también a su esposa y a su hijo.
En YouTube y en El blog del narco se difundieron videos en los que se acusó a Milo de recibir dinero de los Zetas, imputaciones que no fueron confirmadas por las autoridades, precisa Ravelo.
Frente a estas versiones, Miguel Ángel escribió en su blog Cachorro’s News que, desde el gobierno de Duarte, se denostó a su padre para justificar su asesinato.
“Sé que estuvieron persiguiendo a la familia por un tiempo. Al principio hubo solidaridad. Ahorita, olvido y nada de justicia”, dice Cuéllar.
El miércoles previo a la muerte de Milo, Segura se reunió con el periodista. “Estaba muy entusiasmado porque el fin de semana (cuando se celebraba el Día del Padre) lo iba a pasar con todos sus hijos. Ese día, en la noche, vi fotos de la familia en un restaurante. El lunes nos enteramos todos de lo que había pasado”.
Era un hombre hogareño, explica, por eso piensa que la persona que mandó matarlo quería también acabar con su familia, su bien más preciado. Milo visitaba todos los días a sus padres, ya ancianos.
“No era un tipo expresivo, pero tenía acciones de amor profundo, se preocupaba porque su gente estuviera bien”.
Segura recuerda que al funeral llegaron algunos de sus lectores. “Nos veían y lloraban; la gente lo quería porque era un tipo que siempre hablaba de justicia, se encabronaba y lo ponía así en sus textos. Era muy rudo con los corruptos, les hablaba así, como va”.
Ravelo escribe en su libro que fue el hijo de Milo, Miguel Ángel, quien señaló como culpable de los asesinatos a un ex agente de tránsito municipal, Juan Carlos Carranza Saavedra, el Ñaca, quien habría amenazado de muerte al periodista.
La Procuraduría General de Justicia del Estado de Veracruz abrió la averiguación previa 644/ 2011/ IV/ VER-06 por el homicidio múltiple y ofreció una recompensa de tres millones de pesos a quien aportara datos que permitieran la captura del expolicía.
Según reportes periodísticos, el Ñaca fue miembro de los Zetas hasta que decidió cambiar de bando para convertirse en uno de los hombres de confianza de Nemesio Oseguera, el Mencho, líder del Cártel de Jalisco Nueva Generación.
Al día siguiente de los asesinatos, Notiver suspendió su circulación “en señal de duelo y como forma de protesta silenciosa”, indicó su jefe de información, Antonio Marín.
Un mes después, el Ñaca dio una entrevista a Notiver desde la Ciudad de México para deslindarse de los crímenes, aseguró que era amigo del periodista y señaló a Gilberto Osorio López, miembro de los Zetas, como el responsable.
Osorio López, escribe Ravelo, era un ex agente de tránsito implicado en el robo de contenedores y tráileres, que habría amenazado de muerte a Milo en el Café La Merced.
Los medios consignaron la muerte del Ñaca el 10 de mayo de 2013 durante un enfrentamiento con elementos de la Marina en Zapopan. El operativo tuvo lugar en la torre Ámbar del fraccionamiento Puerta de Hierro para capturar a Juan José Esparragoza, el Azul, uno de los líderes del Cártel de Sinaloa.
Después del crimen de Milo, otros dos periodistas relacionados con Notiver fueron asesinados: Yolanda Ordaz, quien cubría la fuente policiaca, un mes después, el 26 de julio de 2011, y Gabriel Huge, exreportero del diario, el 3 de mayo de 2012.
“Mi padre, Yolanda Ordaz y Gabriel Huge eran el uno, dos y tres de la redacción de Notiver”, asegura Miguel Ángel en una nota publicada en el blog Periodismo en las Américas. Eran los que tenían mayor antigüedad en el periódico, agrega, y solían trabajar en equipo para obtener información.
La investigación de los asesinatos fue atraída por la Fiscalía Especial para la Atención de Delitos cometidos contra la Libertad de Expresión (FEADLE). Se abrieron las averiguaciones previas 129/FEADLE/2011, por el homicidio de Milo, a la que posteriormente se integró el de Yolanda, y 130/FEADLE/2011, por el crimen de Misael. Las indagatorias permanecen abiertas.