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MARIO LEONEL GÓMEZ SÁNCHEZ

 

 

Yajalón, 1977- 2018
Asesinado con arma de fuego
Tres detenidos.

POR MARIANA MORALES

La última agresión que sufrió Mario Leonel Gómez Sánchez ocurrió el año de su asesinato, cuando atravesaba las montañas de Chiapas en la camioneta de su hermano Henry, quien al escuchar las balas detuvo el vehículo. A lo largo del tiempo, se había vuelto frecuente que el periodista recibiera amenazas de muerte de políticos y candidatos locales del Partido Verde Ecologista de México (PVEM).

La mayoría de sus llamados de auxilio fueron ignorados. No bastaron las cuatro denuncias que interpuso —en 2008, 2010, 2016 y 2017— en la Fiscalía General del Estado (FGE), de la que era titular Raciel López Salazar, ni la solicitud que hizo el 21 de junio de 2016 para ingresar al Mecanismo de Protección para Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas, ni sus intentos por contactar al entonces candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador.

En un intento por protegerse, Mario compró en mayo de 2018, meses antes de su asesinato, cuatro cámaras de vigilancia con los 6,500 pesos que pidió prestados a sus dos hermanos, Nancy y Henry. Instaló una afuera de la casa donde vivían con su madre, Ofelia, y las otras tres en el interior.

Una mañana, doña Ofelia le insistió en que debía irse de Yajalón a causa de tantas amenazas, pero Mario era necio; frunció el ceño, emitió un gemido y no contestó. Dicen sus hermanos que, aunque le ofrecieron dirigir el plantel local del Sistema Educativo Universitario Azteca, no lo hizo, ya que “nunca pensó en dejar el periodismo”.

“Lo mío es lo relacionado con las luchas y defensas sociales, tal como lo hizo mi personaje favorito, el Che Guevara”, decía a menudo, queriendo dejar claros sus ideales.

El 21 de septiembre de 2018, el periodista fue asesinado frente a su casa del barrio de San Martín. No había agua en el pueblo y una camioneta la vendía en tinacos. Mario y su sobrino de 11 años preparaban cubetas cuando dos hombres en motocicleta le dispararon.

La cámara que había instalado captó el momento del ataque. Un video que se viralizó tras ser difundido en redes sociales mostró cómo cuatro de las balas le perforaron los brazos, la cadera y el tórax. Mario entró con vida al Hospital General Dr. José Manuel Velasco Siles, el único nosocomio de la zona —inaugurado en 2017 por el entonces gobernador Manuel Velasco Coello—, donde falleció.

Quienes conocieron a Mario aseguran que pensaba que con buenas acciones se podía ordenar el mundo. Julio Gómez, su compañero en preparatoria, recuerda que mientras los estudiantes de Bachilleres oían canciones de rock, el periodista lo buscaba para organizar movimientos estudiantiles.

Isaín Mandujano, corresponsal en Chiapas para la revista Proceso, escribió en su muro de Facebook que, desde 1993, no habían sido asesinados periodistas en Chiapas; ese año, la noche del 1 de febrero, le dispararon a Roberto Antonio Mancilla Herrera en Tuxtla Gutiérrez. Lo encontraron en su auto a la mañana siguiente.

Dos años antes del homicidio de Mario, en 2016, la organización Artículo 19 dio a conocer que había sido amenazado tras publicar en el Diario de Chiapas una nota sobre la venta fraudulenta de 40 plazas públicas en el gobierno estatal, pues estas no existían. Los responsables de la operación, aseguró, eran el diputado federal del PVEM Leonardo Rafael Guirao Aguilar, y su suplente Ricardo López Montejo.

El periodista señaló que el chofer del diputado, conocido como el Francotirador, le amenazó el 15 de junio en un mensaje de Facebook: “Te va a cargar tu puta madre. Voy a ir por ti y te voy a volar la cabeza”. Al día siguiente, cuando se dirigía al centro del municipio, Mario fue advertido por un conocido de que lo esperaban para “levantarlo”.

El periodista denunció los hechos y solicitó el apoyo de la policía municipal. Según información publicada por la organización Reporteros Sin Fronteras tras su asesinato, Mario recibió protección en 2016 durante un breve periodo, pero después le fue cancelada sin explicar la razón, declararon sus familiares. El fiscal estatal, consultado para la nota, agregó que en septiembre de 2017 le fueron asignados dos escoltas policiales que el propio reportero pidió retirar tres meses después.

Mario había resuelto que tras la toma de protesta de la nueva administración municipal en 2019, “quedara quien quedara”, ya no reportearía en Yajalón debido a que algunos políticos insistían en “reunirse” con él sin decirle qué temas abordarían. Por eso, y por las amenazas que recibía, informó a su familia de esta decisión.

El periodista trabajaba como freelance para El Heraldo de Chiapas, de la Organización Editorial Mexicana. Como el resto de los corresponsales en los municipios del estado, no estaba contratado; le pagaban 50 pesos por nota publicada.

En sus inicios como reportero escribió sobre denuncias sociales, bloqueos y conflictos entre habitantes de la región. Sus últimos textos reportaban asesinatos, secuestros, robos de boletas en elecciones, y la creación de autodefensas en el municipio de Chilón.

También trabajó para el exalcalde de Yajalón, Alfredo de Jesús Pinto Aguilar, electo por el Partido Orgullo Chiapas, con quien pactó un salario a cambio de difundir la información del municipio. El trato estuvo vigente durante su mandato, de 2012 a 2015.

“Nunca fue un periodista que cubriera narcotráfico”, afirma su hermana Nancy. Ese tema no formaba parte de sus intereses periodísticos; le importaban las luchas sociales, por eso clavó en la pared de su recámara un póster del Che Guevara.

Mario tenía 41 años cuando lo asesinaron. Era grueso, de labios anchos y piel morena; le gustaba escuchar a la gente, leer y jugar futbol. Tocaba la guitarra casi con la misma frecuencia que le rezaba a una imagen de San Martín de Porres. Era algo “enamoradizo” y tenía un hijo que no vivía con él.

Yajalón, donde residía y reporteaba, es una región indígena chol de alta marginación, enclavada en Los Altos de Chiapas. El agua potable llega gracias a los arroyos El Azufre y Sacnu, que podrían estar amenazados de concretarse la construcción de un relleno sanitario. Un proyecto municipal que han denunciado los pobladores y sobre el que Mario le había propuesto escribir a su editor, José Gallegos, pero la historia se quedó en el tintero.

La resistencia de los pueblos en esta zona es aguerrida: en noviembre de 2016, el Movimiento en Defensa de la Vida y el Territorio organizó una megaperegrinación en rechazo de mineras, hidroeléctricas y de la siembra de transgénicos.

Yajalón está ubicado en una zona controlada por grupos criminales como Los Zetas. Según un empresario local, en 2015 tres personas tuvieron que abandonar el municipio porque les cobraban 5 mil pesos por derecho de piso. Una fuente de seguridad asegura que no solo hay tráfico de drogas, que circula desde Guatemala hasta Tabasco, sino de mujeres y vehículos.

En la región no abundan los periodistas, Mario era de los pocos que cubría la comarca. La última nota que publicó en El Heraldo de Chiapas informaba sobre la violencia en el  municipio, que habría de alcanzarlo: “Comando armado agrede a 4 en Yajalón”.

Por el crimen de Mario, la Fiscalía Especial para la Atención de Delitos cometidos contra la Libertad de Expresión inició la averiguación previa FED/SDHPDSC/FEADLE-CHIS/0000534/2018. La investigación, a cargo de la FGE, permitió detener un mes después del asesinato a Juan David Trujillo Martínez, el Machaca, vinculado a proceso como el responsable de ordenar el asesinato del periodista en represalia por diversas notas que habría publicado relacionadas con la venta de drogas en la zona, según consignó Eje Central, aunque en mayo de 2020, la misma fiscalía informó que en realidad se trataba del autor material del crimen. Fueron también detenidos Juan Pablo “N” y Óscar Leyver “N”, el Zapatudo, quienes habrían hecho las labores de vigilancia que permitieron llevar a cabo el homicidio.

Un grupo de periodistas chiapanecos organizó una protesta en febrero de 2019 en la que exigió la detención del autor intelectual del crimen de Mario. “No queremos chivos expiatorios, sino los nombres de quién o quiénes ordenaron el asesinato del periodista”, reclamaron al actual fiscal estatal Jorge Luis Llaven Abarca.

Henry y Nancy, los hermanos de Mario, han insistido también en que falta procesar a los autores intelectuales del homicidio. La investigación continúa abierta, pero sin avances.

Habitantes de Yajalón cuentan que Mario no ha muerto porque los familiares no dejaron fotografiar su cuerpo en el ataúd. La frase de Ernesto “el Che” Guevara que el periodista enmarcó en su recámara dice: “Que si me llega la hora definitiva bajo otros cielos, mi último pensamiento será para este pueblo y especialmente para ti”.

 

 

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