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MARCO ANTONIO LÓPEZ

Ciudad de México, 1970-Acapulco, 2011
Desaparecido.
Ningún detenido.

Por: SCARLETT ARIAS

Con las balaceras y los asesinatos llegaron también al puerto de Acapulco las amenazas a los reporteros. Marco Antonio López Ortiz, jefe de información del periódico Novedades Acapulco, prefería no tomar riesgos. Algunas órdenes dejaron de cubrirse.

Su colega y amigo Óscar Ricardo Muñoz Cano recuerda que bromeaban con la idea de que, si les llegara a pasar algo, ni siquiera bautizarían a la redacción con su nombre como homenaje. “Es más, decía Marco Antonio: ‘Ni en la parte de atrás de la pinche silla’ (lo pondrían)”.

Según cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, en 2011, el año en que desapareció Marco Antonio, se cometieron mil 114 homicidios en Acapulco, más del doble que en 2010, cuando se registraron 467. La cifra alcanzó un máximo histórico en 2012, con mil 271 homicidios, y aunque en los años siguientes hubo una disminución en el número de asesinatos, Acapulco se ha mantenido como una de las ciudades más violentas del país.

Chumino, como apodaban a Marco Antonio sus amigos, y Muñoz Cano, coordinador general de corresponsales del diario, acordaron que algunas órdenes de la fuente policiaca era mejor no investigarlas para proteger a los reporteros, de modo que consignaban únicamente la versión de las autoridades.

Cuentan los amigos del periodista que fue su padre, Antonio López Silva, quien le enseñó todo sobre el oficio. Juntos fundaron el tabloide Relieve de Guerrero, que circulaba en los años noventa; ahí, Marco Antonio se encargaba de la edición y el diseño, y también redactaba artículos sobre política. Después laboró un tiempo en El Sol de Acapulco.

En 2005 ingresó a Novedades Acapulco para trabajar en la rotativa, luego fue reportero de información general y posteriormente fue nombrado jefe de información. Publicó investigaciones sobre temas como los casinos que proliferaban sin permiso de operación, lo que le permitió exhibir la corrupción en el puerto.

Quien fue su jefe en el área de investigación en Novedades Acapulco, Julio Zenón Flores, sostiene con orgullo que realizaron “un periodismo muy crítico y muy duro, combatiente y de investigación a fondo”.

Marco Antonio, asegura su amigo, fue uno de sus mejores reporteros. “Era muy trucha con la ortografía y la redacción, rápido para escribir y tenía muchos contactos. Era hábil para conceptualizar la información y tenía una brillante intuición periodística”.

Lo recuerda como un hombre dicharachero, bromista y alburero. “Era duro de pelar, no se dejaba y era muy bueno para los trancazos. Se hacía de palabras y hasta de golpes si lo ameritaba, incluso alguna vez estuvo a punto de pelearse en la redacción. Un tiempo también tuvo problemas con el alcohol. Era además muy buen hijo, el bastón de su papá”.

El periodista desapareció la madrugada del 7 de junio de 2011, la fecha en que se conmemora el Día de la Libertad de Expresión. La noche anterior salió de la redacción cerca de las once vestido con el uniforme de los empleados de Novedades Acapulco.

Aunque ya no bebía alcohol, afirman sus colegas, se había citado con una persona en el bar Dos Arbolitos, ubicado en “la parada del Tamarindo”, en la esquina de las calles Velázquez de León y Noria, un lugar donde hacen base los taxis colectivos que se dirigen a las colonias de la periferia. Es una zona con un gran tráfico vehicular, fondas que abren hasta la madrugada y bares en los que hay prostitución y venta de drogas. Un área frecuentada por policías federales, militares y miembros de la delincuencia organizada.

Alrededor de las 23:30 horas, Marco Antonio fue secuestrado por un grupo de hombres; algunas versiones afirman que se lo llevaron antes de entrar al bar, otras que lo detuvieron cuando salió. A la mañana siguiente encontraron su auto, un Ford Fiesta blanco, estacionado frente al establecimiento.

Desde esa noche no se ha sabido nada de Marco Antonio ni se han consignado avances en la averiguación previa TAB/SC/05/0200/2011. Tras su desaparición, periodistas locales realizaron una serie de marchas en las que exigieron a la Procuraduría General de Justicia del Estado de Guerrero dar con su paradero y pidieron que se incluyera como línea de investigación su trabajo periodístico.

La organización Artículo 19 publicó en 2016 el informe La desaparición y desaparición forzada de quienes ejercen la libertad de expresión en México, en el que Marco Antonio figura entre los 23 periodistas desaparecidos entre 2003 y 2015. Consigna que tenía a su cargo ocho reporteros, y que se desconoce si recibió amenazas o si trabajaba en alguna investigación “delicada o incómoda”.

El abogado del Programa de Protección y Defensa de Artículo 19, Diego Armando Martínez Valor, asegura que la organización no tiene conocimiento de que hayan existido avances en la indagatoria del caso de Marco Antonio, por lo que su estatus permanece como desaparecido, lo que significa que las autoridades tienen la “obligación activa y permanente” de dar con su paradero.

El gobernador de Guerrero, Héctor Astudillo Flores, anunció en mayo de 2017 la creación de una Fiscalía Especializada en la Atención de Periodistas, a cargo de Ernestina Román. Once meses después, en abril de 2018, el fiscal general del estado, Xavier Olea Peláez, renunció después de tres años en el cargo sin dar informes sobre las carpetas de investigación de los 15 periodistas desaparecidos y asesinados en Guerrero desde el 2000 hasta la fecha.

Dos años después de la desaparición de Marco Antonio, en septiembre de 2013, falleció su padre en la Ciudad de México. El Sur de Acapulco publicó que se había ido del puerto agobiado por la falta de resultados en la investigación.

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