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JOSÉ REYES BRAMBILA

Puerto Vallarta, 1967- Guadalajara, 2005
Asesinado con arma blanca
Cuatro detenidos. Dos sentenciados

POR GLORIA LÓPEZ

La última noche que José Humberto vio a su padre, José Reyes Brambila, tenía 10 años. Desde la puerta de su recámara, observó cómo se despedía de su madre y salía a la calle. Nunca regresó. “Al día siguiente, ya no pude contarle que había ganado el primer lugar en el concurso de disfraces del Día de la Independencia”, recuerda.

Eran alrededor de las 20:00 horas del 14 de septiembre de 2005 cuando José se dirigió a un cibercafé para mandar unas notas al periódico Vallarta Opina Milenio, en donde trabajaba. Cerca de las 13:00 horas del día 17, los policías hallaron su cadáver en la cajuela de un Ford Fiesta gris registrado a nombre de Promociones Imágenes de México —empresa de su familia— que había sido abandonado en la colonia Niños Héroes, cerca del centro de Guadalajara. Un olor desagradable había alertado a los vecinos.

El cuerpo del periodista de 38 años estaba desnudo, con las manos atadas y los ojos vendados, cubierto por bolsas negras y envuelto en una cobija. La autopsia determinó que había sufrido tres puñaladas en el cuello, una en el tórax, y fuertes golpes en la cabeza.

“Todo parece indicar que fue una banda de exmilitares que se dedicaba a realizar asesinatos seriales; lo más probable es que haya sido víctima de ese grupo que mataba personas con algún fin”, dice José Humberto. “Lo que me queda claro es que no se trataba de un asalto, ya que no se llevaron nada, solo le quitaron 300 pesos, pero no entiendo por qué lo mataron de una manera tan sanguinaria”.

Durante mucho tiempo, los hijos del periodista, José Humberto y su hermana María, que en el momento de su asesinato tenía 7 años de edad, creyeron que a su papá le había dado un infarto; mucho tiempo después les contaron la verdad sobre su muerte.

Su hijo recuerda la figura alta, la piel blanca y los ojos verdes de su padre. Lo recuerda con admiración, aunque asegura que era “un poquito enojón” y le dedicaba mucho tiempo a su trabajo; también le encantaba disfrutar de paseos al aire libre, en el bosque o en la playa. “Siempre nos llevaba”.

Luis Reyes Brambila, director del periódico Vallarta Opina desde que lo fundó en 1978, era el jefe directo de José, y también su hermano. Dice que nunca le contó que hubiera recibido amenazas o algún tipo de extorsión; aunque su asesinato no se relaciona con su labor periodística, afirma, perdió la vida trabajando.

José estudió la carrera de Comunicación y llevaba una década cubriendo las fuentes de espectáculos, sociales y turismo en el diario que, tras asociarse en 2002 con Grupo Multimedios, se había convertido en Vallarta Opina Milenio. Su sueldo era de 10,000 pesos mensuales.

Ambos hermanos tenían una excelente relación, dice Luis. “Dependía de mí porque nuestro padre murió muy joven y yo me hice cargo de su educación y de la de otros diez hermanos, por lo que éramos muy cercanos”.

Lo recuerda como un profesional, simpático y cordial en su trabajo, alguien que sentía pasión por el periodismo, que amaba viajar, platicar con las personas y tenía una buena relación con los miembros de los diferentes medios de comunicación.

Entrevistó a figuras como el boxeador Julio César Chávez, el futbolista Hugo Sánchez, y la cantante y actriz María Conchita Alonso, relacionados con las fuentes que cubría, por lo que Luis considera que nunca escribió un texto que afectara o molestara a alguien.

Además, José tenía otro empleo en el que destacó como publirrelacionista. Vendía espacios publicitarios para eventos como la Expo Turismo en Puerto Vallarta, la Magna Expo Mueblera, y actividades organizadas por sus hermanos.

El periódico Mural de Guadalajara informó en enero de 2007 que la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE) de Jalisco determinó, a partir de sus investigaciones, que José fue asesinado por Enrique Javier Ruiz Medina, el Oso, y su pareja José Antonio Olague de la Rosa, quienes lo habrían citado a través de un chat con la promesa de una cena romántica y de tener relaciones sexuales.

Los homicidas confesaron que el 7 de septiembre de 2005 acordaron verse con el estilista Edwin López de la Cruz, que llegó acompañado de Rogelio González Anguiano, con quien vivía. Después de drogarlos con “pastillas sicotrópicas”, los asesinaron y les robaron sus pertenencias, ayudados por sus cómplices Luis Alberto de la Rosa Pérez y Mario Alberto Ibarra Mendoza.

El cadáver del estilista, golpeado, apareció en la presa Las Pintitas, en Tlaquepaque, el 12 de septiembre, y González Anguiano fue hallado muerto en su domicilio, de un infarto, el día 17 del mismo mes, según publicó Mural.

Siete días después de estos hechos, el 14 de septiembre, los homicidas siguieron el mismo modus operandi con el periodista, a quien identificaron como José Jiménez, y al que confesaron haber despojado de 300 pesos, una tarjeta de crédito, media caja con bebidas energizantes y la carátula de un autoestéreo.

La PGJE informó en octubre de 2010 que Ruiz Medina y Olague de la Rosa habían sido condenados a 35 años y seis meses de prisión, tras ser hallados culpables del homicidio del estilista. De acuerdo con Mural, aún tenían pendiente el proceso por el asesinato de José.

José Humberto duda de esta versión, ya que asegura que hubo un extraño silencio por parte de las autoridades después de la muerte de su padre, que aún se desconocen las “verdaderas causas” de su asesinato, y que el seguimiento que se le dio al caso fue muy tardío. Agrega que en la investigación interrogaron durante mucho tiempo a su madre, debido a que inicialmente fue considerada sospechosa, por lo que nunca la atendieron como víctima.

Uno de los amigos cercanos del periodista, quien pidió no revelar su identidad por temor a represalias, sostiene que el asesinato de José permanece impune e incluso podría existir corrupción en su caso, porque “alguien” —afirma sin precisar su nombre— pidió que el expediente fuera archivado para que su familia no supiera la verdad ni continuaran las investigaciones.

“En el expediente de José no queda claro por qué lo asesinaron. Su caso ha sido minimizado, no basta con que metan a los agresores a la cárcel, es necesario que el expediente sea público, accesible y que todos los motivos se conozcan”, señala.

Su hijo José Humberto estudió Ciencias Políticas y se dedica, como su padre, al periodismo. Aunque cubre fuentes diferentes, tiene presente uno de los valores más importantes que le inculcó: “No mentir y hablar siempre con la verdad”, por lo que aún confía en descubrir cuál fue el verdadero motivo de su muerte.

 

 

 

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